Nació y llevó su vida en Siracusa, Italia y no se sabe con certeza el año de su nacimiento, algunos lo fijan en el año 283. Lucia como muchas personas de esa época que recibieron el llamado de Dios, pertenecía a una familia adinerada, cuyo padre falleció siendo ella una infante. Así que su educación estuvo a carga de su madre, quien le transmitió una profunda fe cristiana, que la condujo a comportarse siempre con humildad y austeridad y siendo muy niña se comprometió ante Dios a mantenerse pura y virgen.
Durante su juventud, su madre quiso que contrajera matrimonio con un joven pagano, a lo que Lucia se opuso. Ante esta negativa el joven la denunció ante el gobernador, exponiendo que ella profesaba la fe cristiana, lo cual estaba prohibido y era motivo de persecución.
Lucia fue detenida para ser enjuiciada, tiempo durante el cual se le trato de obligar a venerar dioses paganos, ante lo cual ella se reveló y se mantuvo fiel a sus creencias cristiana. Esto condujo a que fuese decapitada.
La vida de Santa Clara por presenta hechos que pudieran caer en lo anecdótico, ha sido catalogada por algunos como fantasiosa, llegándose en oportunidades a dudar de su existencia, pero se conoce el hecho histórico del hallazgo en las catacumbas de Siracusa en Sicilia, en 1894, de una lápida donde se le identifica. Murió el 13 de diciembre del 304.
Conociendo la santidad de Santa Lucia
Demostró siempre su fe absoluta en el poder del Ser Supremo, demostrando con sus actos y comportamiento que Dios siempre estaba a su lado protegiéndola y oyendo sus pedidos. Esto empezó a evidenciarse cuando buscaban comprometerla en matrimonio y Lucia ante esta situación le propuso a su madre, quien padecía de constantes hemorragias, que fueran a Catania a pedirle a Dios ante la tumba de Santa Ágata, que la sanara y que de suceder esta curación desistiera del propuesto compromiso. Dios escuchó sus súplicas y Lucia se liberó del acuerdo matrimonial.
Cuando fue denunciada ante las autoridades y estas trataron que renegara de la fe cristiana, ella les manifestó la inutilidad de sus exigencias, porque ella no llegaría jamás a separase del amor que tenía a Jesucristo y que aun sometiéndola a torturas, el Espíritu Santo le daría la fortaleza necesaria para resistirlas.
Fue entonces cuando dictaminaron llevarla a un prostíbulo para poder doblegar su voluntad. Ante esto ella afirmó que podían tratar de contaminar su cuerpo, pero eso era imposible si su alma no lo permitía. Al tratar de cumplir la orden, se dice que por la intervención directa de Dios, los guardias no pudieron movilizar a Lucia del sitio donde estaba, aun atándole sus extremidades y tratar de arrastrarla con la fuerza de unos bueyes. Ante esto fue acusada de brujería y fue condenada a morir en la hoguera, pero las llamas no le produjeron daño alguno. Desesperado el gobernador, instruyó que le extrajeran los ojos y se narra que sin ellos, continuó viendo. Finalmente, dio la orden que fuera decapitada, Lucia se arrodilló y envió un mensaje a los creyentes que nunca interpusieran los intereses terrenales a los deberes con Dios; se dice que lo dijo teniendo ya herido su cuello.
Todos estos terribles hechos corroboran su acercamiento y constante comunicación con Dios, quien la protegió y ayudo a mantener su fe en momentos tan difíciles, profundizando sus cualidades de santidad.
Devoción a Santa Lucia
Después de su muerte, los hechos acontecidos durante su juicio fueron dados a conocer y la devoción ante ella se manifestó desde los primeros momentos. En el siglo VI fue reconocida por la Iglesia Católica, incluyendo su nombre en la ceremonia de la misa romana. Se dice que Santo Tomás de Aquino y Santa Catalina de Siena fueron sus más fervorosos devotos.
Popularmente la devoción a esta Santa radica en la creencia y aceptación de narraciones que carecen de certeza histórica. Siendo luz, el significado de su nombre, a lo cual se une la narración que le fueron extraídos sus ojos y aun así podía ver, se le considera muy eficaz en la solución de enfermedades visuales.
Reconocimiento y patronazgo de Santa Lucia
La conmemoración y homenajes a Santa Lucia se hace el día 13 de diciembre. Es reconocida a nivel mundial, siendo especialmente venerada en Italia, Dinamarca, Suecia, España y Austria. Igualmente en América Latina y en la población hispana de Estados Unidos. En Italia es tenida como Patrona de Siracusa y de Venecia.
Su fortaleza espiritual fue tan inmensa que quizás es uno de los miembros del Santoral Católico que más seguidores tiene y que la reconocen como su Patrona. Es patrona de los invidentes, de modistas, sastres, escritores y electricistas, asociándola con estos oficios que requieren poseer buenas condiciones visuales.
No sólo se le encomienda interceder para recuperar o mantener una buena visión; también se le pide para que Dios nos otorgue luces para que ilumine como cumplir con las responsabilidades y como decir lo más apropiado en momentos tensos.
Representación de Santa Lucia
Se le representa como una mujer joven, vistiendo una túnica romana de acuerdo a la usanza de la época, pudiéndosele apreciar cabellos largos coronados con una guirnalda de flores para simbolizar su pureza y virginidad. Se le acompaña de varios objetos que simbolizan hechos importantes que sucedieron durante la corta vida y el breve juicio a que fue sometida injustamente.
Entre los objetos que acompañan su imagen no pueden estar ausentes unos ojos que bien pueden estar sobre una bandeja, en el interior de una copa o simplemente en sus manos. Otros símbolos que pueden estar en algunas representaciones y en otras no, son: una palma, que siempre simboliza el martirio; un libro, que recuerda su sabiduría y clarividencia divina; una espada o un cuchillo para recordar la lanza con que fue decapitada; una llama de fuego alrededor de sus pies, representando la hoguera con la que quisieron quemarla; un buey bajo sus pies, en recordatorio a los bueyes que usaron para tratar de arrastrarla; y una lámpara o cirio en su mano, como emblema al significado de su nombre: la que prodiga la luz.
Oraciones y Novenas a Santa Lucia
Las Oraciones a Santa Lucía, por lo común se hacen de manera individual solicitándole una gracia particular que tenga relación con el significado de su vida y sus dotes de santidad. También hay oraciones para agradecerles a Dios y a ella por haber intercedido en una petición ya respondida positivamente.
Mientras que las Novenas a esta Santa milagrosa tienen un carácter más colectivo y son practicadas en aquellos lugares donde se conmemoran sus virtudes y protección cada 13 de diciembre. Son plegarias más largas que las oraciones individuales y se hacen durante los nueve días previos a la festividad de la fecha antes mencionada. Se acostumbra hacer la Novena en el interior de una Iglesia y momentos antes de la celebración de la misa. El día central de la conmemoración, es costumbre realizar una procesión alrededor del Templo, llevando la imagen de Santa Lucia.
Oraciones a Santa Lucia
Oración 1:
Oh Bienaventurada y amable Virgen Santa Lucía,
universalmente reconocida por el pueblo cristiano
como especial y poderosa abogada de la vista,
llenos de confianza a ti acudimos;
pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana
y le demos el uso para la salvación de nuestra alma,
sin turbar jamás nuestra mente en espectáculos peligrosos.
Y que todo lo que ellos vean se convierta en saludable
y valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador
y Redentor Jesucristo, a quien por tu intercesión,
oh protectora nuestra; esperamos ver y amar eternamente
en la patria celestial. Amén.
Oración 2:
Santa Lucía, que de la luz recibiste tu nombre,
a Ti confiadamente acudo para que me alcances la luz celestial
que me preserve del pecado y de las tinieblas del error.
También te imploro me conserves la luz de mis ojos,
con una abundante gracia para usar de ellos según la voluntad de Dios.
Haz, Santa Lucía, que, después de haberos venerado
y haber agradecido este ruego,
pueda finalmente gozar en el Cielo de la luz eterna de Dios. Así sea.
Oración 3:
Tú preferiste que tus ojos fueran arrancados
en lugar de negar la fe y contaminar tu alma.
Y Dios, a través de un milagro extraordinario,
los reemplazó con otro par de ojos perfectos
para recompensar vuestra virtud y fe,
designándote como la protectora contra las enfermedades de la vista.
(Nombrar aquí la intención)
Oh, apreciada santa Lucía,
vengo a ti para que protejas mi vista
y sanes la enfermedad en mis ojos.
Ayúdame a conservar la luz de mis ojos
para que puedan ver las bellezas de la creación,
el resplandor del sol, el color de las flores y la sonrisa de los niños.
Preserva también los ojos de mi alma, la fe,
a través de la cual puedo conocer a mi Dios,
entender Sus enseñanzas,
reconocer Su amor por mí,
y a nunca perder el camino que me lleva a donde tú,
santa Lucía, te encuentras en compañía de los ángeles y los santos.
Oh, santa Lucía, protege mis ojos y conserva mi fe. Amén.