Francisco Forgione nació el 25 de mayo de 1887, en el seno de una familia era muy humilde y pobre que vivía en la pequeña aldea de Pietrelcina, cercana a la ciudad de Benevento en Italia, región rural dedicada al cultivo de productos agrícolas. Desde su niñez demostró su deseo de dedicarse a la vida religiosa, encontrando todo el apoyo de sus padres, quienes trabajaron con mayor dedicación para que el joven estudiara y llagara al sacerdocio.
Se cuenta que desde muy pequeño comenzó a experimentar visiones extrasensoriales con mensajes divinos, situación que nunca comentó porque pensaba que era algo natural y que a todos sucedía; esta condición la expresó cuando tenía 28 años al conversar con uno de sus asesores espirituales. A los 16 años, en 1903, ingresó al Convento Capuchino de Morcone cercano a su aldea de origen, vistió el hábito franciscano y le fue cambiado su nombre por el de Fray Pio de Pietrelcina.
Francisco desde joven siempre estuvo aquejado por problemas de salud, que estuvieron presentes durante toda su vida. A partir de ser ordenado sacerdote el 1910 en la Catedral de Benevento, sus superiores se vieron en la necesidad de trasladarlo continuamente a diferentes conventos para contrarrestar sus alteraciones de salud, hasta que en 1916 llegó al Convento de San Giovanni Rotondo donde experimento cierto grado de mejoría, permaneciendo allí hasta el momento de su fallecimiento el 23 de septiembre de 1968.
Expresiones de santidad del Padre Pio
Siendo un personaje contemporáneo pero dotado de grandes virtudes de santidad, fue objeto de muchas controversias, siendo inclusive puesta en duda, por algunos sectores de la Iglesia Católica, su espiritualidad y cercanía a Dios, llegándose a censurar las peregrinaciones que se hacían hasta el Convento de San Giovanni Rotondo en busca de la ayuda espiritual que emanaba la presencia del Padre Pio.
A partir del primer año de su vida sacerdotal experimento materialmente la presencia de Dios, al manifestarse en su piel el fenómeno místico de la aparición espontánea y periódica de señales que representan las heridas que le hicieron a Jesucristo durante la pasión, conocidas comúnmente como estigmas; manifestación divina que la exhiben únicamente los escogidos por Dios para bendecir y ayudar al prójimo.
Dedicó su vida a la oración y a conducir espiritualmente a los fieles que a él acudían, orientándolos para conseguir la reconciliación entre ellos, dedicándoles mayor tiempo y atención a los pobres de bienes materiales y a los verdaderamente necesitados de ayuda espiritual.
El Padre Pio ocupaba largas horas nocturnas a la oración fervorosa beneficiándose del silencio y la soledad que ayudaban a conversar ininterrumpidamente con el Creador. Antes de la misa y en un acto de preparación para la misma, cada día se presentaba ante el Sagrario solicitando fortaleza y sabiduría para ayudar a sus semejantes, lo cual sabiamente cumplía por medio de la confesión, sacramento este que ejercía muchas veces por tiempos prolongados sin sentir cansancio ni molestia alguna, argumentando que así ayudaba a salvar cantidad de almas.
Su confianza en la fe
Para el Padre Pio el amor a Dios constituía la razón de su vida, era un amor que lo satisfacía de manera absoluta y decía que no bastaba solo con amar a Dios, sino que se tiene la obligación de hacerlo amar por los hombres. Estaba consiente de ser una persona instrumento de revelaciones sobrenaturales, lo que le producía tener mayores esperanzas y confianza en Dios y se sentía obligado a trasmitir esta confianza a las personas que a él acudían.
Manifestaba que la fe es afianzada y profundizada con la oración y que teniendo fe se acepta siempre la voluntad de Dios, por muy difícil que esta voluntad sea para el entendimiento humano. Era para él tan inmenso el poder de la oración que decía que en las enseñanzas de los libros buscamos a Dios, pero que en la oración lo encontramos.
Milagros obtenidos por mediación del Padre Pio
Al Padre Pio se le atribuyen cientos de milagros algunos manifestados por la fe y confianza que tienen las personas en él y otros a través de la intervención directa cuando el mismo oraba en favor de una necesidad; a pesar que siempre manifestaba que él mismo no comprendía como era portador de dones grandiosos que Dios le concedía.
Sin embargo, uno de los milagros más emblemáticos fue el experimentado con Matteo, quien a los 7 años de edad padeció de meningitis, empeorando su salud hasta entrar en estado comatoso, los médicos esperaban su muerte en pocas horas. La madre de niño oró ante la tumba del Padre Pio pidiendo por la salud de su hijo; entretanto Matteo tuvo una visión del Padre Pio quien le dijo que pronto se sanaría y esto se hizo realidad, ante lo cual los médicos no encontraron explicación científica. Este milagro aceleró la canonización del Padre Pío.
Persecución a la que fue sometido
La popularidad adquirida involuntariamente por el Padre pio dio origen a envidias dentro del mismo Clero Católico. Fue así como varios sacerdotes instigados por un obispo, Monseñor Gagliardi, empezaron a reunir testimonios contra el Padre Pio, llegando a afirmar que los estigmas eran efectos de una simulación o causados por una condición psicopática. A raíz de esto, el denominado Santo Oficio dictaminó que debía ser castigado, confinándolo al interior del convento e impedido de establecer contacto con el exterior, prohibiéndole mostrar los estigmas ante ninguna persona.
Posteriormente, se le prohíbe ejercer funciones sacerdotales a excepción de poder celebrar la Santa Misa en privado y solo con su presencia, no pudiendo ejercer el derecho de la confesión, a través del cual él se comunicaba con los fieles. Después de dos años en estas condiciones, se le permitió nuevamente tener contacto con el público por medio de la confesión, reapareciendo envejecido y con la salud más deteriorada.
En 1960 se reavivan las acciones infundadas contra el Padre Pio, afirmando que era provocador de un fanatismo enfermizo y errado, hasta que en 1964 fue finalmente liberado de todas las falsas acusaciones y se le autorizó a ejercer el sacerdocio libremente dentro de los cánones de la Iglesia Católica.
Oraciones predilectas del Padre Pio
Se conoce que el Padre Pio elaboró hermosas y sentidas oraciones para establecer conversaciones con Dios y que eran producto de sus reflexiones y amor por el Creador. Al punto que la gente acudía al Padre Pio pidiéndole que rezara por sus necesidades haciendo uso de sus propias plegarias. Entre sus Oraciones preferidas se mencionan la que pide que Dios se quede con él, al Espíritu Santo, a Ángel de la Guarda, pero en general todas están concebidas para mantener el acercamiento a Dios y profesarle muestras de amor al Ser Supremo.
Entre las Oraciones que el Padre Pio frecuentemente presentaba ante Dios, están las siguientes:
Oración 1:
Poderosa Oración del Padre Pio para orar por otra persona
¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá!”.
He aquí que, confiando en tus santas palabra, yo llamo, busco, y pido la gracia
(Hacer el pedido de la gracia)
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío en Ti.
¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, pasarán los cielos y la tierra pero mis palabras jamás pasarán”
He ahí que yo, confiando en lo infalible de tus santas palabras pido la gracia
(Hacer el pedido de la gracia)
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío Ti.
¡Oh Jesús mío!, que dijiste: “En verdad les digo, todo lo que pidáis a mi Padre en mi Nombre, se les concederá”.
He ahí que yo, al Padre Eterno y en tu nombre pido la gracia
(Hacer el pedido de la gracia)
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, espero y confío Ti.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, el cual es imposible no sentir compasión por los infelices, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que pedimos en nombre del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre, San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros. Amén.
Oración 2:
Quédate conmigo, Señor, porque es necesario que
estes presente para que no te olvide. Ya sabes lo fácil que te abandono.
Quédate conmigo, Señor, porque soy débil
y necesito tu fuerza para no caer tan a menudo.
Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi vida,
y sin ti, no tengo fervor.
Quédate conmigo, Señor, porque tú eres mi luz,
y sin ti, estoy en tinieblas.
Quédate conmigo, Señor, para que escuche tu voz
y te siga.
Quédate conmigo, Señor, porque deseo amarte
mucho y estar siempre en tu compañía.
Quédate conmigo, Señor, si deseas que te sea fiel.
Quédate conmigo, Señor, porque por pobre que sea mi alma,
quiero que sea un lugar de consuelo para Ti, un nido de amor. Amén.
Oración 3:
Jamás separado de ti
Todos los tormentos de esta tierra recogidos en un manojo,
Yo lo acepto, oh Dios mío,
Yo lo deseo como mi porción,
Pero nunca podría resignarme a ser separado de ti
Por falta de amor.
Por piedad, no permitas que esta pobre alma se pierda;
Nunca consientas que esta, mi esperanza, se quiebre.
Haz que nunca me separe de ti. Amén.
Oración 4:
Oh divino Espíritu,
Da movimiento a mi corazón para adorar y amar;
Da luz a mi intelecto,
Para contemplar la sublimidad
Del misterio de la caridad
De un Dios hecho niño;
Da fuego a mi voluntad;
Para que pueda dar calor con ella
A quien tiembla por mí en la paja. Amén
Oración 5:
La necesidad de amarte cada vez más
Sí, Jesús, te amo.
En este momento me parece amarte
Y siento también la necesidad de amarte más.
Pero, Jesús, amor en mi corazón no tengo más,
Tu sabes que te lo he donado todo a ti.
Si quieres más amor, toma este, mi corazón
Y llénalo con tu amor
Y después ordéname amarte, que no me rechazaré.
Es más, te ruego hazlo, lo deseo. Amén.