San Juan Crisóstomo nació en el año 347 en Antioquía, Siria, ciudad perteneciente a Asia Menor y de mucha relevancia en las dominaciones orientales del Imperio Romano. Su padre, de nombre Secundo, que pertenecía a la alta oficialidad del regimiento militar sirio, falleció poco después de haber nacido Juan, por lo que su crianza estuvo bajo la responsabilidad de su madre cristiana, llamada Antusa.
Fue conocido inicialmente como Juan de Antioquía. Posteriormente, empieza a otorgársele el nombre de Juan de Crisóstomo en virtud a que esta palabra en griego significa “boca de oro” y que se correspondía a la inusual capacidad que tenía Juan para la oratoria y la argumentación. Habiendo llegado a ser Patriarca de Constantinopla, también se le conoce como Juan de Constantinopla.
Aspectos de su juventud
La influencia cristiana de su madre, San Antusa, fue determinante para la formación de Juan, quien a la edad de dieciocho años tomó la determinación de dedicarse al ministerio de la iglesia católica.
Estudió retórica y filosofía siendo sus principales mentores Andragatio y Libanio, este último importante defensor del paganismo, impresionado por la dialéctica de su alumno pronosticó para Juan un futuro como un destacado legislador o estadista.
En el año 370, teniendo Juan 23 años recibió el bautismo, siendo a la vez reconocido como Lector, que para la época era una de las categorías menores o iniciales dentro de los cargos eclesiásticos.
Cambio en el pensamiento de Juan de Antioquía
La visión que Libanio tuvo para Juan se vio modificada al este establecer comunicación con el obispo Melecio, lo cual resultó determinante en el quehacer de Juan, tomando la resolución de estudiar teología y escogió como maestro a Diodoro de Tarso, futuro y famoso obispo de Tarso en la ciudad de Cilicia en Turquía. Para ese entonces se dedicó a cultivar en él, de forma extrema, acciones que le acercaban a la santidad como son la sobriedad, la piedad, el misticismo, la pureza, la penitencia entre otras.
Se dice que la sinceridad y gentileza de Melecio influyó el pensamiento de Juan quien dispuso abandonar los estudios mundanos y clásicos y dedicarse en cambio al conocimiento de Dios. Teniendo aproximadamente 20 años de edad empezó a estudiar las Sagradas Escrituras y fue cuando tres años después fue bautizado.
Juan y su vida como anacoreta
Su afán por conseguir la perfección ante Dios le hizo buscar relacionarse con una agrupación que practicaba y defendía la vida austera. Durante ese tiempo, con la ayuda espiritual de Diodoro, se dedicó enteramente al conocimiento de las Sagradas Escrituras y a la oración.
Se da por un hecho que parte del tiempo lo ocupa en escribir, en razón a que sus primeras contribuciones a la literatura están relacionadas bien con la conducta de los monjes consagrados a la oración, así como se identifican con el ascetismo, es decir con la eliminación de los goces materiales en búsqueda de una superioridad íntegra y espiritual.
Por la influencia de estos pensadores se consagró a la abstracción y a la meditación trasladándose a vivir en la zona montañosa que bordeaban la ciudad de Antioquía. Se mantuvo en esta práctica por espacio de seis años, ya que su salud empezó a experimentar algunas dolencias lo que lo obligó a regresar a la ciudad retomando su labor de Lector en las actividades eclesiásticas.
Vida sacerdotal
En el año 381 fue ordenado diácono adquiriendo bajo su responsabilidad, además de las actividades litúrgicas, dedicarse a la atención de personas necesitadas y de enfermos y se piensa que también participó en la educación prebaustismal de catecúmenos.
Obtuvo la orden sacerdotal cinco años más tarde de manos del obispo Flaviano I de Antioquía. A partir de ese momento se dedicó activamente a la prédica, ya que pensaba que tanto monjes como sacerdotes debían de tener una conducta dinámica y beneficiosa para las comunidades, siendo contrario a los riesgos que puede acarrear una vida de contemplación inactiva.
Adquirió notoriedad por sus prédicas donde demostraba su capacidad de interpretar y trasmitir el significado de las diversas enseñanzas bíblicas, así como por sus aportes relativos a la práctica de una conducta moral cónsona con las exigencias de un verdadero cristianismo. Así transcurrieron doce años durante los cuales ejecutó una extraordinaria función como predicador, porque sus interpretaciones eran expuestas de manera muy acertada para que pudieran fácilmente ser adaptadas a la conducta cristiana.
Tiempo después sustituyó a Flaviano I en el obispado. Como obispo se caracterizó por su lucha ante la prepotencia de los poderosos ante los desposeídos y fue combatiente del hecho que las propiedades personales estuvieran solamente en manos de un cerrado círculo de personas. Sin embargo, su principal inquietud era la carestía espiritual de los pobres, sin menospreciar las deficiencias materiales de los mismos.
Su apego a interpretar literalmente las enseñanzas bíblicas sin añadirles interpretaciones subjetivas, lo condujo a que sus prédicas estaban preferentemente direccionadas hacia pasajes de mayor contenido social lo que le permitía exponer más adecuadamente la noción de una verdadera conducta cristiana.
Obispo de Constantinopla
Constantinopla llegó a convertirse en el más importante centro episcopal del Imperio Romano en Oriente. Dada su importancia lo que allí se decidía y lo que allí se ordenaba era tenido como la conducta teológica a seguir irrefutablemente, pero esto permitió que se establecieran polémicas teológicas diversas que llegaron a constituir verdaderas confabulaciones y embrollos entre algunos miembros de la Iglesia y personeros del gobierno civil.
En medio de esta situación, Nectario que era el obispo metropolitano de Constantinopla fallece en el año 397. Esto hizo que Juan fuese trasladado a esa región al ser nominado Obispo de la misma.
Su alta posición eclesiástica le confería cantidad de privilegios, los cuales le desagradaron desde un principio y luchó contra ellos, criticando y combatiendo la privilegiada calidad de vida que tenían los miembros de la Iglesia. Su objetivo inmediato fue cambiar esta criticable situación, lo cual produjo la abierta oposición por parte del clero corrompido y de las personas influyentes e importantes del lugar. Su lucha fue poco victoriosa, pero repercutió favorablemente entre los fieles, quienes empezaron a percibir el inicio y el mejoramiento de una conducta sacerdotal en beneficio de la salud espiritual de la feligresía.
Se dedicó a buscar el bienestar de individuos a través de la evangelización en zonas apartadas de los centros poblados, promoviendo el desarrollo de oficios dignos en contraposición del ocio y de los vicios, emprendió la creación de hospitales, persuadió a los monjes a tener una vida cristiana activa y no solamente contemplativa y criticó abiertamente a los sacerdotes apegados a las riquezas y placeres mundanos.
Siendo Constantinopla una comarca imperial, Juan llegó a ostentar el título de Patriarca y fue allí precisamente donde le empezaron a llamar Crisóstomo, ya que sus prédicas, con un alto contenido filosófico pero con una sencillez fácil de asimilar, eran comprendidas y valoradas por quienes las escuchaban.
Aspectos sobresalientes de su personalidad
Logró de forma excepcional la interpretación de textos diversos, pero de manera especial lo hizo con los textos bíblicos, lo cual hacía del modo más objetivo posible tratando de no incluir su opinión personal. Dichos escritos los presentaba y razonaba con sencillez pero con bases sólidas, con el resultado de ser entendidos y concientizados tanto por letrados y como por personas de poco nivel educacional. Esto lo hizo ser un exégeta por excelencia.
Él trató siempre de no intervenir en discusiones y diatribas dogmáticas las cuales consideraba posiciones personales y especulativas. Sin embargo, dadas sus importantes contribuciones como pensador e intérprete de textos bíblicos sus escritos y opiniones teológicas fueron referencias obligadas en las discusiones en diversos Concilios de ese entonces, ya que era considerado como un teólogo dogmático.
Otro aspecto notorio fue su alta capacidad como predicador y orador, aptitud basada en los profundos conocimientos que había adquirido por sus estudios desde joven y además poseía una innata facilidad de palabra presentando sus argumentos de una manera ilustrativa y de fácil comprensión para todos quienes le escuchaban, demostrando siempre el convencimiento que para él era una obligación dar a conocer de forma sincera los saberes que había adquirido.
Destino final
Crisóstomo nunca demostró miedo para denunciar irregularidades, sin importarle el nivel jerárquico de quien era objeto de sus denuncias y lo hacía de la manera más directa posible. Esta actitud hizo que en el año 403, reunido el Sínodo de Encina, se decidiera la destitución de Crisóstomo como Patriarca de Constantinopla. Poco tiempo después fue restituido a su cargo por presiones ejercidas por el pueblo; no obstante Crisóstomo no cesó en sus denuncias y nuevamente fue destituido y enviado a la zona fronteriza con Armenia. Allí continuó escribiendo documentos que producían gran ascendencia e importancia en Constantinopla, razón que hizo que las autoridades decidieran deportarlo a un sitio más lejano en las cercanías del Cáucaso.
En el trayecto a su nuevo destino, murió el 14 de septiembre de 404. El Papa Pío V en 1568 lo nombró Doctor de la Iglesia y posteriormente, Pío X lo designó patrono de los predicadores, ya que es posiblemente el más memorable orador de la Iglesia.
Oración a San Juan Crisóstomo
Oh bienaventurado, fuiste siempre apegado a la justicia divina y humana,
intercede ante Dios todopoderoso porque en nuestro quehacer diario
impere siempre la justicia, que no hayan privilegios para los más poderosos
en detrimento de los más humildes de corazón.
Ayúdanos a actuar con sabiduría para no permitir infamias
ni arbitrariedades en favor de los más fuertes.
Haz que todos los miembros de la Iglesia
actúen con equidad en su oficio de llevar la Palabra
al pueblo de Dios. Amén