Santa Mónica de Hipona como se le conoce, nació en África del Norte en una región conocida para la época como Tagaste y conocida posteriormente como Argelia.
Sus padres eran cristianos y de acuerdo a las costumbres de la época la educación de Mónica fue encargada a una de las criadas quien también era cristiana pero de enérgico carácter y practicante de una severa disciplina, con lo cual influyó positivamente en el futuro proceder de su pupila.
Vida familiar
Mónica fue bautizada siendo ya adulta según la costumbre de ese tiempo y ya para esos momentos experimentaba su deseo y necesidad de dedicar su vida a Dios. Sin embargo, sus padres impusieron su criterio en el sentido que debía contraer matrimonio y no estuvieron satisfechos hasta que lograron su cometido de verla casada, aún muy joven, con un hombre romano llamado Patricio quien ejercía un trabajo oficial en Tagaste lo cual le confería cierta estabilidad económica.
Su esposo de creencias paganas, resulto ser una persona muy trabajadora pero con un comportamiento inhumano, de naturaleza impulsiva, con inclinación lúdica y de conducta licenciosa. La vida matrimonial se caracterizó por continuas manifestaciones de cólera y violencia verbal. Mónica aguantó con entereza las infidelidades y el carácter de su esposo, situación que contrarrestaba con valentía visitando diariamente al Santísimo Sacramento en la iglesia.
Procrearon tres hijos, de ellos el mayor llamado Agustín, posteriormente convertido en San Agustín, le causó grandes sufrimientos durante largo tiempo; mientras que los dos menores, un varón y una niña les produjeron grandes satisfacciones.
Vida de recogimiento religioso
La condición matrimonial no aminoró en Mónica su determinación de cumplir sus obligaciones de cristianas y sus deseos de mantenerse en continuo contacto con Dios. De manera que dedicaba largas horas a la oración, trataba de ayudar siempre a los necesitados con ayudas materiales y encomendándolos e instruyéndolos espiritualmente.
Esta conducta era criticada por su esposo, quien veía con disgusto los actos caritativos y los donativos que Mónica siempre estaba proporcionando a quienes podía ofrecérselos; pero en realidad él no se oponía abiertamente a que ella se dedicara a esa misión y a pesar de ser tan iracundo, en ese sentido respetó las ideas de Mónica.
Ella se impuso como objetivo la conversión de Patricio, ofreciendo sacrificios y orando por él de manera constante y con fe, hasta que en el año 371 se evidenció el resultado de sus pedimentos y oraciones, experimentando el poder de la gracia divina al lograr que su esposo Patricio accediera a ser bautizado, gracia que se extendió hasta su madre política quien al convertirse a la religión católica y recibir el bautismo, cambió favorablemente su conducta hacia su nuera Mónica, que durante muchos años fue de franca hostilidad, llegando después a establecer ambas una bonita amistad. Patricio falleció al año siguiente de ser bautizado.
Anécdotas de Santa Mónica
La institutriz de Mónica durante su infancia, cuando esta experimentaba sed fuera de los momentos de las comidas, le impedía beber líquidos porque consideraba que si lo hacía llegaría el día en que se aficionaría a ingerir licor. Esto parece que le quedó grabado en la mente de la niña, al pasar el tiempo y siendo Mónica ya independiente, adopté la costumbre, cada vez que experimentaba sed, de ir al depósito donde almacenaban el vino y tomarse una copa de vino. En oportunidad que hubo de hacerle un fuerte reclamo a un trabajador doméstico, este para defenderse la llamó embriagada. Esto a estremeció moralmente y se prometió no ingerir nunca más bebidas alcohólicas, lo cual cumplió fielmente.
Otra historia que se narra es Tagaste se caracterizaba porque sus pobladores mostraban mucha agresividad y era costumbre que los hombres golpearan a sus esposas. Las mujeres que tenían cierta proximidad a Mónica no se explicaban cómo siendo Patricio tan agresivo y de mal genio nunca la golpeaba. Ante esa trivial inquietud, Mónica les expresó que cuando su esposo se exaltaba ella se esforzaba por estar tranquila y permanecer en silencio, ya que para reñir se requieren dos personas.
Se habla de la existencia de una hermandad conocida como Las Mónicas, que tiene como exclusivo objetivo el orar por sus hijos para que transiten por el sendero del bien y tengan la protección de Dios.
Disgustos por su hijo mayor
Agustín desde temprana edad manifestó una excepcional inteligencia, ante esto sus padres decidieron enviarlo a Cartago a estudiar. Su padre le dejo ver que lo importante era prepararse para ser tomado en cuenta por la sociedad y que la moralidad y la vida espiritual no revestían valor alguno. Esto hizo que el joven se dedicara a la práctica de una vida llena de errores y alejarse de la fe que su madre le había inculcado.
Fue tal su alejamiento de Dios por parte de Agustín que se hizo parte de una secta que proclamaba que el mundo había sido concebido por el demonio y no por Dios. Con estas concepciones volvió de vacaciones a su hogar, donde comenzó a predicar sus nuevas y erróneas ideas. Ante esto su madre, de manera enérgica, lo
Sacó de su casa argumentando que allí no permitía que viviesen adversos a Dios.
Sus luchas por la conversión de su hijo Agustín
Santa Mónica llevaba una vida de desasosiego por la conducta moral de su hijo, apoyándose más fuertemente en el recurso de la oración y buscando orientación y ayuda espiritual en diversos miembros del sacerdocio. Fue así como en una oportunidad comentó a un obispo que por momentos le llegaban períodos de flaqueza ya que no veía resultado positivos de sus sacrificios y oraciones por la transformación de su hijo, ante esto el sacerdote le dio ánimos haciéndole comprender que un hijo de tantos sufrimientos no podía perderse.
Recompensa a sus oraciones
Después de mucho tiempo de sufrimiento por su hijo, a Mónica en sueños se le apareció un ser lleno de luces y le expresó que su hijo Agustín regresaría a ella.
Ella, que en ocasiones veía a su hijo, le comentó su sueño y él lleno de autosuficiencia le dijo que la interpretación del mismo era que ella se haría maniquea es decir, seguidora del enemigo malo. Su madre sorprendida pero segura de su fe cristiana, le manifestó que en el sueño no se decía que “la madre irá donde su hijo, sino el hijo irá a la madre”. La sabia e ingeniosa respuesta de su madre asombró a Agustín, pero no la concientizó sino después de muchos años después cuando llegó a valorar dicho sueño como una iluminación divina.
Perseverancia en la oración
Santa Mónica nunca renunció a su fe en Dios para conseguir las bendiciones divinas que aspiraba para su familia. Durante casi treinta años sufrió las desventuras ocasionadas por su esposo y vivió casi veinte años aguantó el dolor de ver a su hijo Agustín alejado de Dios. Su vida hogareña se desenvolvía entre pesares y lágrimas pero siempre teniendo como iluminación la presencia de Dios.
La oración siempre estuvo en ella acompañada de ayunos, privaciones y penitencias que ofrecía a la Divinidad por el bien espiritual de su esposo y de su hijo. Finalmente recibió la bendición que ambos se convirtieran y entendieran el verdadero camino cristiano.
Cuando su esposo murió en el año 371 comprometió su palabra en dedicar su vida a Dios, despojándose de todas las comodidades materiales y dedicarse a atender a los enfermos, a los menesterosos y a los huérfanos, sin descuidar las obligaciones con sus hijos.
Últimos tiempos de Santa Mónica
En su afán de no abandonar a su hijo Agustín, después de innumerables dificultades, se dirigen a Italia. Ella se entrevista con el obispo de Milán, San Ambrosio, buscando ayuda espiritual. Se considera que fue San Ambrosio quien finalmente logra que Agustín desista de sus ideas impías y se convierta a la religión católica, hecho que sucedió en el año 387.
Después de esto ambos disponen regresar a África; sin embargo, estando a la espera de emprender el regreso, ella se enferma y fallece en poco tiempo a la edad de 56 años.
Experimentó una tranquila muerte, manifestando que su razón de vivir era ver a su hijo Agustín como un cristiano católico y ya que Dios le había otorgado esa gracia, ya no había razones para permanecer es esta vida terrenal.
Veneración a Santa Mónica
Es una Santa reconocida por la Iglesia y por la feligresía como prototipo de mujer creyente, devota, piadosa y desbordante de bondad. Fue una madre sacrificada que persiguió siempre el bienestar de su familia tratando que ésta estuviera siempre bajo la protección del Creador.
Parte de sus reliquias se encuentran en la Iglesia de San Agustín en Roma y otras en Arrouaise, lugar ubicado en el departamento de Aisne, Francia.
El día de Santa Mónica es el 27 de agosto, el cual es conmemorado principalmente en Italia y a nivel mundial en todas las casas pertenecientes a monjes y religiosas agustinianas. También los ortodoxos la conmemoran ese día.
Es la patrona de las esposas y de las madres y aun personas con problemas de alcoholismo recurren a ella para su protección.
Oración a Santa Mónica
Bienaventurada Santa Mónica!
Madre y esposa ejemplar,
recurrimos a ti para que por tu intercesión
podamos obtener la gracia divina
de encontrar la paz hogareña
al concedernos la sabiduría y la paciencia
necesarias para enfrentar toda agresión
que recibamos.
Bienaventurada Santa Mónica!
Madre y esposa ejemplar,
auxílianos en nuestra necesidad espiritual
de ver que un miembro de nuestra familia
se encuentra alejado de Dios,
humildemente te pedimos
que intercedas ante el Altísimo
para que nuestro familiar
reciba de parte del Espíritu Santo
la sabiduría necesaria
para que vuelva su alma y su corazón
a nuestro Señor Jesucristo
y por su intermedio a Dios Padre. Amén.