La oración es el medio mediante el cual, con fe y humildad, nos comunicamos con DIOS para agradecer todo lo que nos ha dado o para pedir su ayuda si el momento que vivimos así lo requiere. Orar es la manera más hermosa y directa de hablar con nuestro Señor Dios; es por eso que dentro del catolicismo tenemos hermosas oraciones que hemos aprendido desde la niñez y que utilizamos a diario o en momentos solemnes como la misa, una acción de gracia o en tiempos difíciles como la pérdida de un ser querido o para pedir por un amigo o familiar.
A continuación les presento cuatro oraciones básicas del catolicismo y un poco de su historia para explicar el por quélas utilizamos y su significado para los fieles creyentes
El Padre Nuestro
Esta es la oración que nuestro señor Jesucristo nos enseñó a rezar (Mateo 6, 5-15) y en ella se resume todo lo que los evangelios nos enseñan. Cuando rezamos el Padre Nuestro lo debemos hacer con el corazón limpio, invocando su presencia y aceptando cada palabra que en ella se encuentra con humildad y fervor, pues a través de ella hablamos y escuchamos a Dios.
El Padre Nuestro es denominada la “oración del Señor” porque nos la enseñó nuestro señor Jesucristo y es la oración más perfecta porque condensa la esencia del Evangelio, según Santo Tomas de Aquino.
El origen del Padre Nuestro tiene dos versiones en los evangelios: el de san Lucas y el de san Mateo, pero tradicionalmente la iglesia católica ha usado el texto de san Mateo (6, 9-13). En ambos evangelios Jesús enseña a sus discípulos a orar a Dios en forma correcta, haciendo más fácil la comunicación entre los hijos y el Padre celestial
El relato de san Mateo
En el texto de san Mateo se narra cuando Jesús de Nazaret estuvo en el sermón de la montaña y se dirigía a una gran cantidad de personas reunidas que deseaban escucharlo y recibir sus enseñanzas. Allí les hablo de las bienaventuranzas, de la luz del mundo, reformas a la ley de Moisés, la limosna, el ayuno y del Padre Nuestro como la oración para dirigirse al Padre de forma sencilla y personal.
El relato de San Lucas
En el evangelio según san Lucas Jesús de Nazaret está en el viaje a Jerusalén. En esta jornada Jesús se retira a orar a un lugar apartado sin interrupciones. Al terminar su oración, uno de los discípulos se le acercó y le pidió que le enseñara a orar de la forma correcta y es en ese momento que Jesús les reveló el Padre Nuestro (Lucas 11:2-4).
La esencia e importancia de ambos relatos es que Jesús nos enseña la oración perfecta para dirigirnos al Padre, nos muestra con su ejemplo y con sus palabras como hablar y como ser escuchados por el Padre.
El padre Nuestro incluye siete peticiones a Dios Padre. Las tres primeras que nos llevan hacia Él y el reconocimiento de su gloria. Las últimas cuatro donde pedimos con misericordia y humildad el pan de cada día, que nos perdone, que nos libre de la tentación y del mal.
A continuación el Padre Nuestro, la oración que nos dejó Jesús para que al dirigirnos al Padre lo hagamos con humildad, amor y fervor.
Padre nuestro que estas en el cielo
Santificado sea tu nombre
Venga a nosotros tu reino y
Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo
Danos hoy nuestro pan de cada
Perdona nuestros pecados así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
Y líbranos del mal
Amen
El Credo
La oración del Credo es un compendio que resume las verdades y misterios de la fe católica, en todos los tiempos. En ella se unifican las doctrinas y dogmas que los cristianos católicos profesan. El Credo es un símbolo de fe que se ha tomado de las Escrituras sagradas para unificar la enseñanza de las creencias cristianas.
El origen de esta oración se remonta a los primeros siglos de la iglesia católica. El contenido de esta oración se formula y consolida durante los concilios ecuménicos de Nicea en el 325 y Constantinopla en el 381, y se recopila en ella la enseñanza de los Apóstoles, de allí que es conocido como el credo de los Apóstoles. Existe una versión más larga de esta oración que es la unión de credos anteriores y es conocida como el Credo de Nicea-Constantinopla. En estas dos oraciones se resumen las doctrinas de las tres principales corrientes del cristianismo: los católicos, los protestantes y los católicos ortodoxos
El Credo de los Apóstoles se divide en tres partes: la primera se refiere a dios Padre y a su creación. La segunda versa sobre Jesucristo, como el hijo de Dios y la redención de los hombres y la última parte trata sobre el Espíritu Santo y la santificación de los fieles.
Al rezar el Credo recordamos nuestro Bautismo, profesamos nuestra fe católica y entramos en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y con toda la Iglesia.
El Credo de los Apóstoles
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia
del Espíritu Santo,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar
a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
El Credo de Nicea-Constantinopla
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
Ave María
El Ave María es una oración católica dedicada a la Virgen María, que se basa en el Evangelio según san Lucas, lo cual la hace una oración bíblica. Según la tradiciónesta oración nació en el año 1000 DC, dentro de los monasterios y conventos donde se unió el saludo del arcángel Gabriel a la virgen María y la exclamación de su prima santa Isabel. El origen de la segunda parte de la oración es menos conocido, siendo el resultado de una larga tradición que se concreta en el siglo XV gracias a san Pio V quien la incluye en el Brevario Romano, adquiriendo su forma actual. El ave María es la oración fundamental del Ángelus y del rosario.
Esta oración está compuesta por dos partes. La primera parte cita dos pasajes del Evangelio según san Lucas, que son: la Anunciación por el Arcángel Gabriel a la virgen María del nacimiento de Jesús, que dice “Dios te salve, llena eres de gracia, el Señor es contigo” y la Visitación a la prima santa Isabel que le dice “bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”. El papa Urbano IV, en el siglo XIII agregó al principio la palabra María, para indicar a quien se dirigía el saludo del arcángel y la palabra Jesús al final para señalar el fruto de tu vientre.
La segunda parte es una petición de piedad donde se le pide a la madre de Dios su intercesión por los fieles creyentes, reconociéndonos como pecadores en el momento de la muerte. De esta parte no se conoce cuando y quien la redacto, pero aparece impresa por primeravez en la obra de Esposizionesopral’AveMaria de Girolamo Savonarola, en 1495.
La virgen María es la madre de Dios y la madre de todos los hombres, la llena de gracia, la bienaventurada, llena del Espíritu Santo. Podemos orar con ella y a ella para pedir por su intercesión y alcanzar las promesas de nuestro señor Jesús.
La oración del Avemaría y el Rosario muestran la devoción cristiana a la Santísima Virgen
La oración del Ave María
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
La Salve o Salve Regina
La Salve o Salve Regina se escribió como una antífona e himno en latín y es una de las oraciones católicas más conocidas dedicada a la virgen María, la madre de Jesús. Su contenido es una súplica a la madre de todos los cristianos por su ayuda y misericordia y con ella se honra a María Santísima. Hoy día se recita o canta tanto en la misa como al rezar el rosario.
Esta oración es una de las más antiguas dedicada a la virgen María y se remonta al siglo XI Su composición y autoría se atribuyen tradicionalmente a un monje alemán llamado Herman von Reichenau (HermannusContractus o Herman el Cojo Bendito, 1013-1054). Su redacción como la conocemos actualmente se concretó en la Abadía de Cluny en el siglo XII
El monje Herman von Reichenau nació con discapacidad para caminar y tardo en aprender a hablar pero se convirtió a pesar de sus limitaciones físicas en un erudito, compositor, matemático y astrónomo. Desarrollo su propia notación musical otras antífonas como el Alma Redemptoris Mater, el Salve Regina y quizás el Ave Regina.
La Salve es una hermosa oración donde expresamos nuestra fe y amor a la virgen santísima por ello debe ser rezada con fervor y humildad, a continuación la oración
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.