Oración de fe para San Roque

No existe consenso en torno al año de nacimiento de San Roque, la mayoría afirma que tal hecho sucedió hacia la mitad del siglo XIV pero hay quienes sostienen que nació en 1295.  Lo que sí está confirmado es que  nació en Montepellier, Francia, cuyos progenitores formaban  una familia noble, siendo su padre el gobernador de dicha comarca.

Siendo muy joven, con apenas 20 años de edad, sus padres mueren e inesperadamente, como era hijo único se ve poseedor de una considerable fortuna y diversas posesiones.  Roque que había sido criado bajo principios cristianos y poseedor de una gran fe en Dios, hace suya la enseñanza de Jesucristo cuando aconsejaba a quienes buscaban la perfección que dieran sus riquezas a los necesitados y le siguieran a Él. Fue así como hizo realidad su convencimiento que debía entregarse a Dios y a ayudar a su prójimo.

Su inicio como peregrino

Al no tener hermanos con quienes compartir su riqueza, entregó una parte de ésta a un hermano de su padre así como también le cedió todos los derechos que sobre los bienes pudieran surgir en los años venideros. Luego vendió el resto de sus bienes y lo recibido  lo repartió entre los pobres y dio ayudas económicas a distintos hospitales.

Viéndose ya libre de toda posesión terrenal decide llevar una vida de peregrino con el fin de ayudar y darle apoyo a los necesitados, teniendo como horizonte llegar hasta la ciudad de Roma con la finalidad de visitar los santuarios allí existentes.

Pero los designios de Dios le tenían reservada otra actividad previa a su llegada a Roma. Para esos momentos se desencadenó en Europa una peste que adquirió el carácter de epidemia causando una alta cantidad de muertes en Europa.

Trayectoria hacia Roma

En su peregrinaje hubo de recorrer gran parte de Italia. Decidió empezar su  trayectoria por Toscana, pero al alcanzar la zona de Lazio encontró que la epidemia estaba allí muy arraigada, decidiendo Roque permanecer en ese lugar para colaborar en la atención a los enfermos. Cuando la incidencia dela enfermedad disminuyó e iba a proseguir su  camino, se enteró que en la región de Emilia Romaña había surtido un foco de la enfermedad, se dirigió a esa localidad ayudando a los pacientes hasta que disminuyó el número de casos. Posteriormente, se detuvo a Rímini para ejercer la misma función de ayudar a los enfermos. Después de ese largo y penoso recorrido logró llegar a Roma donde apreció una localidad abatida por la epidemia.

Durante su recorrido siempre se entregó al cuidado de los enfermos, administrándoles los escasos medicamentos de los que disponían, pero refieren algunos biógrafos que algunos enfermos lograban curarse solo con el hecho que Roque hiciera sobre ellos la señal de la cruz.

Al darse el fallecimiento de los pacientes más graves él procedía a proveerlos de una sencilla sepultura y a enterrarlos, porque escaseaban las personas dispuestas a hacer esta labor por el lógico temor a contraer la enfermedad.

Inevitable destino

Finalmente logró llegar a Roma donde permaneció tres años, al cabo de los cuales tomó la decisión de regresar a su pueblo natal, Montpellier. En su viaje de retorno, habiendo llegado a la comunidad de Piacenza perteneciente a la región de Emilia Romaña, se le presentaron las primeras manifestaciones de la enfermedad, apareciéndole úlceras y lesiones oscuras en todo su  cuerpo. Roque estaba al corriente de lo que le sucedía y no queriendo causar molestias a nadie ni ser foco de contaminación para los demás, adoptó la decisión de alejarse de la ciudad para espera el momento de su muerte. Con dificultad y arrastrándose llegó hasta una zona boscosa; en el lugar donde se ubicó surgió al poco tiempo un pequeño manantial de agua que le permitía saciar la sed sin mayor esfuerzo.

Días después se presentó ante él un perro que llevaba en su hocico un pan y se lo dejó y Roque agradecido procedió a comérselo. Esta escena se repitió durante varios días, hasta que el dueño del animal extrañado por la conducta del mismo decidió seguirlo y para su sorpresa encontró que el pan estaba destinado a un enfermo moribundo que padecía la epidemia. Por fortuna este señor lo recogió y se dispuso a cuidar y alimentar al enfermo hasta que se recuperó. Este señor que era un noble de la región fue receptor de las enseñanzas espirituales de Roque, convirtiéndose en una especie de alumno. Seguidamente Roque regresó a la población para continuar asistiendo a los enfermos. Se comenta que a partir de esa experiencia dedicaba parte de su tiempo a ayudar a los animales.

Su ansiado regreso a Montpellier

Una vez su salud restablecida dispuso retornar a Francia, lo cual resultó poco afortunado para Roque. Hay quienes sostiene que a su paso por la Lombardía italiana fue imputado como espía lo que le acarreó un tiempo de prisión.

Al lograr solventar esta situación reemprendió sus planes hasta que consiguió arribar a su lugar de origen, donde no encontró nada ni nadie que lo identificara con dicha ciudad.  Por el contrario dado el tiempo que había transcurrido desde su partida, unido a esto la falta de familiares próximos, ya que ni su tío lo reconoció,  y adicionando las características que tenía a su regreso como era su aspecto y su vestuario deteriorados por su vida de peregrinaje, tuvo como resultado el total desconocimiento de su identidad, siendo acusado de ser un aventurero vagabundo que podía causar malestares y contrariedades a quienes le acogieran. No encontrando ningún afecto o apoyo se limitó a vivir en la indigencia.

En ese tiempo se agudizaron en  Montpellier los conflictos políticos y no faltó quien acusara a Roque de ser un espía que usaba su condición de indigente para camuflar su verdadera función, procediendo finalmente las autoridades a hacerlo prisionero dado que su presencia era adversa y peligrosa para todos.

Fallecimiento de San Roque

Distante de cualquier atención, San Roque permaneció en prisión durante cinco años, al cabo de los cuales murió en su condición de encarcelado. La tradición dice que murió a los treinta y dos años de edad.  Durante su tiempo como prisionero ni en ninguna otra ocasión San Roque quiso dar a conocer su identidad.

Una vez que expiró y para asombro de los guardianes, el cuerpo exánime del prisionero empezó súbitamente a irradiar luces. Los guardias tratando de buscar el origen de tal fenómeno empezaron a examinar el cadáver, encontrando un documento de identificación que él  portaba y que testificaba que era sobrino del director del penal, quien había contribuido en la sentencia de encarcelamiento para el desposeído indigente.

Veneración y devoción a San Roque

Fue enterrado como cualquier ciudadano común; sin embargo, la experiencia vivida por los guardias al momento de su fallecimiento y el haber sido identificado como familiar del encargado de la prisión, condujo a la gente ha indagar sobre la personalidad de aquel individuo y siguiendo los rastros de su peregrinaje conocieron de su dedicación al bienestar del prójimo, especialmente de los enfermos. Todo esto hizo que el sitio donde reposaban sus restos se volviera un lugar de respeto y devoción donde los fieles acudían a solicitar sus favores espirituales, en mayor parte relacionados con enfermedades y particularmente con epidemias, muchos de estos favores fueron concedidos.

El renombre de San Roque como santo milagroso se propagó rápidamente especialmente a mediados del siglo XV, destacándose Venecia entre las localidades que veneraban a este santo, donde se creó la Cofradía de San Roque que además de rendirle culto se responsabilizaron de un hospedaje para pacientes azotados por epidemias.

En un principio su renombre se circunscribió a Francia e Italia. Al tiempo su culto se extendió mundialmente, destacando en la actualidad la veneración que se le rinde en España y en países latinoamericanos como Nicaragua, Colombia y Chile.

Reconocimiento eclesiástico

La Iglesia Católica reconoció y aprobó la existencia de valores espirituales en San Roque en el año 1584 cuando fue canonizado. Estableciendo el 16 de agosto el día para festejarlo.

Al ser aceptada su santidad se hizo más notoria la búsqueda de su mediación para contrarrestar todo tipo de enfermedades contagiosas y fue así como para el año 1630 cuando se produjo una nueva epidemia, su veneración se incrementó vertiginosamente.

Patronazgo e Iconografía

San Roque es reconocido como el patrono de los peregrinos, de los enfermos y de las mascotas, siendo también reconocido su amparo en caso de epidemias. Los sepultureros también lo designan como su protector debido a que durante su desempeño en Italia durante la epidemia dedicaba parte de su labores a sepultar a fallecidos por la denominada peste.

Su valiosa intercesión ante la divinidad es tan acentuada que se afirma que llega a otorgar protección para las especies vegetales, salvaguardando diversas cosechas de cultivos que han sido víctima de agentes patógenos.

La figuración de San Roque es la de un personaje vestido con ropas haraposas pero llevando una capa protectora, su cabeza cubierta por un sombrero y lleva en sus manos un batón o bordón; en una de sus piernas se visualiza una lesión dérmica ulcerada. Además, va siempre acompañado de un perro; en algunas versiones a parte del perro puede estar también la imagen de un ángel.

Oración a San Roque ante una epidemia

Bienaventurado y bendecido San Roque,

de forma muy especial te pedimos tu mediación

ante Dios todopoderoso

para que la voluntad divina se apiade

de los sufrimientos que la humanidad está padeciendo

a causa de la presencia de la desbastadora epidemia

que está produciendo tanto dolor humano.

Bienaventurado y bendecido San Roque,

permítenos reconocer humildemente nuestras faltas

y presentarlas arrepentidos ante Dios

para que Él se apiade de la humanidad

y nuevamente nos conceda la ansiada salud.

Bienaventurado y bendecido San Roque,

recurrimos a tí para que nos ayudes a reconocer

la importancia que tienen los bienes espirituales

ante lo superficial de los bienes materiales,

como lo entendiste tú al abandonar las riquezas

y dedicarte a ayudar al prójimo. Así sea.

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